Puesta de sol en es Cap. En toda la superfície frente al faro se puede admirar una enorme acumulación de sencillos montones de piedras.
Probablemente hubo un primero, pero sólo la acumulación ha conseguido la monumentalidad que la ha hecho transcender. Una tarea repetida por distintas manos con laboriosidad y, ciertamente, un elogiable sentido de comunidad. No és difícil de imaginar a alguien amontonando piedras al borde del acantilado mientras contempla la puesta de sol, pero los montoncitos se extienden cientos de metros, hasta lugares en donde es poco probable que nadie caiga en la cuenta y solo un espíritu de tarea solidaria ha decidido a sus autores a construir sus primitivos altares en la lejanía de cualquier espectador.
Se diria que es una celebración no tanto de personas individuales como del inconsciente colectivo de la especie.